Por: Sebastián Silva-Iragorri

Son muchas las reformas que necesita Colombia y que han estado represadas. El anterior Gobierno, ocupado de tiempo completo con el proceso de la Habana, no presentó ninguna de las grandes reformas, solo hizo aprobar varias de rentas y el aumento del IVA al 19%.  Ahora es tiempo de presentar reformas como la Tributaria (por la pandemia); la Pensional, para subsidiar las pensiones de menor valor y ampliar su cobertura; la de Salud, para mejorar el sistema de las EPS y optimizar la atención al ciudadano; la de Educación, para seguir con los esfuerzos de democratización y calidad y evitar el adoctrinamiento y la de la Justicia para acercarla al ciudadano y limpiarla de los sesgos y la corrupción.

Hemos sido informados de la próxima presentación de una reforma para armonizar los códigos civil y comercial.  Hay que tener mucho cuidado en la reforma de estos Códigos con el tema de los contratos y la propiedad, pues colocarle limitaciones a esta última dependiendo del hecho de terceros y del bienestar social que defina el Estado es algo muy controvertido y riesgoso y puede colocar en peligro nuestro sistema económico estructural. Es un tema de mucha reflexión y que a pesar de ser importante e interesante creo que la prioridad hoy debe ser la reforma a la justicia.

Si la prioridad debe ser la justicia opino que es indispensable: 1- Diseñar un sistema de elección de Magistrados que signifique alejamiento de situaciones políticas y le otorgue más peso a la carrera judicial y la calificación de los aspirantes, 2- La experiencia de los Magistrados debería ser mayor y su periodo más estable, con la prohibición de salir de allí a participaciones políticas inmediatas, 3- Desterrar de las Cortes cualquier posibilidad de elección de funcionarios para alejarla de la tentación política, 4- Dejar solo 3 Cortes, la Suprema de Justicia, la Constitucional y el Consejo de Estado. La justicia transicional formaría una Sala exclusiva en la Corte Suprema y allí mismo habría otra Sala para el tema disciplinario de jueces y abogados, 5-  Que cada tutela se dirija a autoridades judiciales competentes por el tema, 6- Las investigaciones a Magistrados podrían estar en la Comisión de Acusaciones del Congreso, pero las investigaciones a Congresistas deberían ser tema de Fiscales especializados en el más alto nivel, 7-Los parientes más cercanos de los Magistrados de las altas Cortes no podrían ser empleados en las otras Cortes o en los órganos de control del Estado para evitar el carrusel de favores, 8- Se limitaría el tránsito de unas Cortes a otras para eliminar el carrusel judicial de dignatarios, 9- Se facilitaría al ciudadano el acceso a la Justicia, utilizando todos los medios tecnológicos existentes y 10- Se exigiría cumplimiento estricto de los términos judiciales. Algunas excepciones serían expresas en la norma y por casos de fuerza mayor comprobada.

Esta reforma así planteada no pasaría el examen en las Cortes de hoy ni tampoco en el Congreso actual. Sería necesario pensar en una Constituyente dedicada exclusivamente a la reforma a la Justicia o esperar que el pueblo colombiano elija en las próximas elecciones un Congreso con personas comprometidas mayoritariamente con su gran cambio.

Si hay justicia hay paz. No más sesgos, no más politiquería, no más clientelismo judicial, no más carteles de la toga, no más nepotismo, no más ideología personal impregnada en los fallos, no más odios o rencores como venganza judicial. La Justicia debe regresar al sitial que nunca debió abandonar. Exigimos limpieza y altura a los actores judiciales y el pueblo de Colombia tiene la palabra.