Por: Óscar Rodrigo Campo Hurtado – @1oscarcampo

Qué difícil para los distintos gobiernos nacionales, darle lectura e interpretar a nuestras comunidades, como lo que sucedió esta semana por el contratista del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, insultando a los negociadores del CRIC en la comisión mixta que hace seguimiento a los acuerdos, y quien posteriormente, debido a sus expresiones, le fue cancelado su contrato laboral.

Este departamento multiétnico y pluricultural, carga una dura historia de dominación y esclavitud, donde dos imponentes cordilleras han sido testigos de décadas de confrontación entre el Estado y las distintas guerrillas y hoy con una frustración enorme de ver cómo se nos desvanece la esperanza de paz a manos del actuar delictivo y homicida de los grupos  narcotraficantes que se aposentan en cuatro zonas de confort criminal: Nororiente, cordillera occidental, litoral Pacífico y el Macizo, las cuales coinciden perfectamente con las áreas de cultivos de coca y los invernaderos de marihuana. Y a todos nos  surge la misma inquietud, ¿qué hacer efectivamente posible para recuperar la ilusión de un departamento encaminado a transformarse en un territorio de paz y no resignarse a las décadas de dolor, pobreza y muerte, como reaparece lamentablemente en el panorama de hoy?

Nos encontraremos con una realidad «de a puño»: En gran parte de nuestra población rural hay una dependencia de la producción de la hoja de coca que se entrevera con el café y los demás cultivos de pan coger. Los «cantos de sirena» que enarbolaron la solución al cumplimiento de disminución de cultivos ilícitos a través de la aspersión aérea, se encontraron que las comunidades caucanas abrieron, casi en su totalidad, la posibilidad de acogerse al plan de sustitución, de dialogar y concertar con el Estado, entendiendo que la pobreza es el mayor agente de las economías ilegales en el Cauca; además  poseen una gran vocación de trabajo en el marco de una economía campesina que tiene experiencias interesantes y con resultados de trabajo en proyectos productivos como el café, la caña panelera, la quinua, el cacao, la fresa, la trucha y demás emprendimientos rurales que han sido apoyados a través de proyectos financiados con recursos del Sistema General de Regalías y con la respuesta de nuestras comunidades fortaleciendo el tejido social.

Entonces, ¿por qué no usar de línea base los recorridos exitosos, las victorias tempranas?, ¿por qué empecinarse en socavar el proceso de paz?, ¿por qué no retomar los diálogos de sustitución con las comunidades?. El estribillo de la falsa paz y la impunidad, nos hace un daño terrible, porque el interés de los clanes mafiosos, nacionales e internacionales insisten y persisten en seguir haciendo del Cauca su despensa de ilegalidad, a costa del sacrificio de los líderes que promueven la sustitución y se oponen a la presencia de los grupos armados organizados ilegales en sus territorios, reclamando el derecho a producir y criar a sus hijos en autonomía y tranquilidad.

Hoy más que nunca se debe trabajar en pro a una gran concertación por el Cauca, donde las organizaciones sociales, gremiales, académicas, sindicales y cualquier tipo de expresión cívica, religiosa y popular, junto a las autoridades de la región y las voces políticas, podamos suscribir un compromiso, un acuerdo en todo lo que nos une, más allá de las diferencias y lo que nos distancia. Y es así, la defensa de la vida y del territorio, no puede pasar por contradicción alguna dentro del departamento, la apuesta a seguir fortaleciendo nuestras economías formales del sector agropecuario, la reactivación económica post aislamiento y rehusarnos a seguir siendo el `patio trasero` del país, donde  pasan todas las guerras, (mientras a pocos realmente les importa), deben ser los puntos de la agenda. La Gobernación, las alcaldías, la CRC y la Universidad del Cauca, llamadas a iniciar esa gran convocatoria.