Por: Lucy Amparo Bastidas Passos
En épocas de universidad cuando hablaba con compañeros o amigos sobre la importancia de la mujer en la historia, casi siempre me sentí corchada cuando ellos decían: dame nombres de científicas, arquitectas, filósofas o artistas que descollen. Tres o cuatro nombres di. Entonces ellos creían que tenían razón: no había mujeres para nombrar.
Nada más falso. Hay muchísimas mujeres destacadas o mujeres desobedientes como las llaman Betty Osorio y María Mercedes Jaramillo en su libro ´Las desobedientes. Mujeres de nuestra América´. En un recorrido histórico de 716 páginas demuestran la influencia de la mujer en el desarrollo social, cultural y político en Latinoamérica desde la conquista hasta hoy.
Ahora en las redes sociales encontramos cantidad de mujeres en el mundo que desde antes han contribuido en casi todas las áreas de la vida, pero que no se difunde lo suficiente y permanecen en el anonimato. ¿Causas?, veamos dos: 1. Mala educación desde la infancia. Apenas a principios del siglo XX la mujer obtuvo el derecho de estudiar y entender que es legítimo luchar por mejores oportunidades en igualdad con el hombre. Aunque dicen algunos siquiatras que continúa la percepción de inferioridad: hasta los cinco años de edad, niñas y niños se sienten iguales, pero a partir de los seis años las niñas tienen una percepción de que ellos son más pilos. ¿De dónde sale esto? De la educación que impartimos padres y maestros. A veces con opiniones inconscientes o comportamientos machistas delante de las y los pequeños.
2. Desinformación producto de esa sociedad patriarcal. Algunos profesionales que estudian sobre la difusión de trabajos importantes de mujeres, concluyen que hay un “síndrome del impostor”. Hombres, mayormente están a cargo de la difusión, dicen, y ellos se divulgan entre sí. El hombre se representa a sí mismo, la mujer no. Ella representa a un colectivo de mujeres. En el mundo científico a muchas investigadoras se las borró con el paso del tiempo, o sus maridos las suplantaron sin siquiera un agradecimiento.
El estereotipo femenino afectó a la mujer, se las llamaba hombrunas por dedicarse a profesiones denominadas ´para hombres´. A muchas científicas se las estigmatizó, cual Betty la fea, pues una nerd que no se sometía a los estándares de belleza no lograba ser casadera. El cliché de lo femenino se imponía en todo, los juegos, las conversaciones, la ropa, por lo que hasta hoy se las juzga para menospreciar su trabajo. Cuando se habla más de la vida privada de la mujer, menos se habla de su trabajo profesional. Actualmente ese boicot es usado también para hombres en la política.
Es cierto que se ha avanzado pero falta mucho, pues la mujer ha estado condicionada por siglos a que solo sirve en determinadas áreas. Las variables que juegan en contra de un verdadero desarrollo de sus capacidades, se evidencian en la inequidad en el ingreso y en la desinformación.
Es oportuno que en 2015 la ONU decretara el 11 de febrero como día internacional de “La mujer y la niña en la ciencia”. En Colombia cobra importancia dado el bajo presupuesto para investigar, y aunque no todas seremos científicas, es preciso prepararse. Es lo que escuché desde niña a mi madre: hijos e hijas por igual deben estudiar, decía, para ser independiente en pensamiento y en lo económico. Sentencia que acaté.