NELSON EDUARDO PAZ ANAYA
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En alguna ocasión se hizo referencia a la necesidad de fomentar en el Cauca, el pensamiento crítico, como forma de discernimiento indispensable para interpretar el acontecer local y analizarlo en el contexto del rumbo del País.

Se tiene memoria de la destrucción de Almaguer por los daños que un sismo ocasiono a los socavones de la minería intensiva en la época de la colonia, dejando multitud de muertes y desapariciones (siglo XVIII).

Los maremotos y las crecientes continuas de los ríos, se suman al marginamiento de las comunidades de la costa del pacifico, tan distantes, que en la mayoría de los casos, ni siquiera se tiene información del desastre.

El terremoto de Popayán, tuvo su mayor afectación por el incumplimiento a las normas de la construcción, que se notó en edificaciones, como los Bloques Pubenza.

La avalancha del río Páez, por descongelamiento del Nevado del Huila, arraso con cientos de viviendas y de vidas por su ubicación en la cuenca del río, muy a pesar de que las aguas habían advertido con crecientes frecuentes el riesgo de un evento mayor.

En Santander de Quilichao, el derrumbe de las minas de extracción de oro; sepultaron a más de quince personas en la Vereda de San Antonio, las gigantes maquinas excavadoras como hormigas, hacían huecos profundos para encontrar el oro y terminaron cavando una tumba colectiva.

La población de Miranda y Corinto, tiene pánico permanente por los intensos aguaceros dados por el cambio climático, fenómeno del niño, que convierten sus calles en causes ampliados de sus corrientes amenazantes.

Todos los municipios tienen zonas de alto riesgo, pero no tienen presupuesto para atender esta función.

Los destechados solo encuentran lugar precisamente en las zonas de alto riesgo, porque allí no tiene valor la tierra, a nadie más le interesa, bien se puede empezar por Pubús, en Popayán, por esta razón se crea un vínculo indisoluble con el desastre.

El asentamiento urbano y el micro minifundio rural, no solo reproduce la pobreza, también la muerte, que se presenta con alta frecuencia, porque se vive en la hondonada o al filo del barranco, sobre el relleno del derrumbe anterior que dejo la deforestación y la sobre explotación.

El conocimiento del riesgo en estas zonas es general, una mínima actitud de prudencia así lo indica, por ello se ha planteado el cambio del trazado de la vía, por Timbío – El Estanquillo, pero la pobreza obliga estos peligros porque no hay alternativas.
Por toda parte aparece la corrupción, vergüenza debe dar a los caucanos, que venga el Presidente y en medio de su solidaridad denuncie la relación de la tragedia con un millonario contrato incumplido. ¿Dónde están las entidades de control? ¿Hasta cuándo? Del dolor se pasa a la rabia porque esto no puede seguir así. La protesta es dignidad.

Pero también se ha demostrado capacidad de superación, la tragedia de Almaguer en mucho incendio la llama de la Independencia, de las ruinas del terremoto nació la Corporación de Reconstrucción del Cauca, que más adelante daría paso a las corporaciones ambientales; de la avalancha del Paez, nació la corporación Nasa Kiwe y la Ley 218 o Ley Páez, de tanto significado para la región. Y sin mayor equivocación igual se puede hacer la relación del hombre con la naturaleza, en el reconocimiento de las Comunidades Afrodescendientes. Ley 70 del 93.

El interés del Gobierno Nacional, por la tragedia del Municipio de Rosas, le da su real dimensión. El dolor de hoy, se debe interpretar como un grito de angustia del Macizo Colombiano, debe escucharse como el llamado a una convocatoria mundial, para que a partir de una mirada integral, se dé la atención que la población de estos territorios demanda y la protección a la naturaleza de un sitio estratégico del planeta, de interés para el equilibrio y armonía del universo.

Todas estas situaciones, tienen origen en la falta de un Ordenamiento Territorial, que nadie quiere enfrentar por los procesos que se deben adelantar, pero sin el cual, cada vez será menos posible planear el futuro del Cauca, quedando sometido a las eventualidades de las improvisaciones y de los desastres.

De las tragedias, además, quedaron experiencias posteriores; del terremoto, nuevos barrios de invasión como estrategia para obtener el derecho fundamental a la vivienda, de la avalancha del Paez, el desarrollo industrial del norte del Cauca, y los resguardos nuevos con asentamiento en municipios diversos a Páez, como, Caloto, Morales, Cajibío, que si bien es cierto, apretaron el minifundio campesino, también es cierto que fueron soluciones rápidas a dificultades apremiantes.

El Cauca, mas allá de sus posibilidades ha sido receptor de la migración de la violencia como un problema nacional, es el momento de plantear la necesidad de reubicar población en sitios con futuro como son los inmensos baldíos de los llanos orientales, apoyar con recursos de regalías, antes de que otras avalanchas repitan la tragedia.