Por: Walter Aldana – walteraldana2@gmail.com
Monseñor Oscar Darío Monsalve, arzobispo de Cali se pronunció de la siguiente manera: “Estamos llegando a casi el medio millar de líderes sociales asesinados, en los últimos cuatro años” y esa urgencia es parar estos asesinatos, que yo identifico como una venganza genocida.
Inmediatamente el Senador del Centro Democrático Gabriel Velasco, solicitó a las autoridades de la iglesia católica para que sea trasladado de Cali, argumentando que “ sus constantes interlocuciones politizadas no le quedan bien a quien debe guiar la fe de los caleños y debe ser un ejemplo para los caleños”. Esto con el fin de hostigar al prelado por su apuesta en la implementación de los acuerdos con las Farc, el reinicio de negociaciones con el ELN y el llamado a que cesen los homicidios de lideresas y líderes sociales.
Desde la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Enero de 1979 en Puebla- México, donde ganó un espacio importante al interior de la institución católica, la teología de la liberación como movimiento y/o como pensamiento, mantiene una permanente puja con la ortodoxia conservadora, representada hoy por el Opus Dey, versus el ministerio del Papa Francisco, jesuita argentino. Ello explica el nombramiento de José Rueda Aparicio (hombre de avanzada y pensamiento social) como arzobispo Primado de Bogotá.
La iglesia católica ha jugado históricamente un papel importante en la búsqueda de soluciones a los problemas de orden público que por más de cinco décadas hemos sufrido, su papel de mediador y acompañante ha sido reconocido por las partes en litigio y la comunidad internacional, siempre en la “neutralidad”, aunque no así en la neutralidad política cuando el Papa Francisco llama a apoyar el referendo por la paz y las directivas católicas, se hacen las sordas y mudas ante el llamado.
Para quienes nos negamos a ser notarios del conflicto armado y contar asesinados, que se hagan tomas a nuestros pueblos y masacres, nos llena de fe en cristo vivo y actuante en la mente y las acciones de los hombres, las aseveraciones de Monseñor Monsalve que rezan: “Permítame que vuelva a tomar el crucifijo en mi mano, la fidelidad del evangelio, al evangelio, no nos permite ser tibios, ni mudos”.
El arzobispo Monsalve no sólo es un ejemplo para los caleños, lo es para los colombianos, todos debemos recordar: … “la verdad os hará libres”.
A propósito de quienes plantean que decir la verdad es polarizar, y ser incendiarios.