Por: Sebastián Silva Iragorri – sebastiansilvairagorri@hotmail.com
Alguien decía que los conflictos se desplazan, caminan de un lado para otro y que a veces se quedan en ambos lados. En Colombia algunas fallas muy grandes se presentaron en el Acuerdo de Paz, pues a la inseguridad rural que se presumía iba a terminar, se agregó la inseguridad en las ciudades.
No sabemos aún por qué, después de firmado el Acuerdo, no logró el Gobierno anterior ocupar las zonas que los insurgentes despejaron, si transcurrieron 22 meses después de la firma del mismo hasta el 7 de agosto de 2018. Esa omisión es una de las causas principales de la inseguridad y de la extorsión como medio de vida de muchos delincuentes y ex combatientes, basta con preguntar esto en las poblaciones rurales y ciudades del País.
El actual Gobierno está llegando a las poblaciones donde estuvieron los grupos insurgentes, estructurando los planes de desarrollo con enfoque territorial, implementando proyectos productivos para los excombatientes, aumentando el pie de fuerza de Policía y Ejército y consolidando un mensaje claro y directo contra los cultivos y su devastadora tarea de deforestación y degradación de la comunidad.
Ahora hay avances, pero se debe persistir e incluso aumentar el esfuerzo, para integrar al desarrollo a esas comunidades, con vías, comercio y seguro de sus productos legales, presencia de las Instituciones esenciales del Estado, salud, educación, jueces y seguridad. Pero hay algo que desequilibra el panorama y es la morosidad y la negligencia de la Justicia en casos de transcendencia nacional.
Todos nos seguimos preguntando, ¿cómo pudo fugarse Santrich ante la mirada de las altas autoridades judiciales? ¿Por qué pasan los meses y una sala de la JEP no define la apelación interpuesta sobre la no extradición de Santrich ? ¿Por qué no hay anuncio alguno de avances en la investigación de la Corte Suprema de Justicia sobre los delitos de reincidencia en narcotráfico de Santrich? ¿Por qué no hay decisiones de la JEP sobre los caso de Iván Márquez, El Paisa, Romaña y otros secuaces que no han cumplido con lo acordado? ¿En qué quedaron las investigaciones penales y disciplinarias contra 2 ex ministras del gobierno anterior? ¿En qué va la investigación sobre el alarmante caso del video en que aparece Petro recibiendo un dinero en unas bolsas ? ¿Por qué la investigación de Odebrecht no pasa de un segundo plano y no llega a donde debe llegar?
Estos casos, para solo citar algunos, desaniman la opinión, alientan la reincidencia, dan la sensación de una conducta omisiva y complaciente, despiertan suspicacias, refuerzan la sensación de impunidad y agravan la percepción de corrupción en la Justicia.
Esta crítica y compleja situación se agrava aún más cuando observamos que en el pasado se dejaron crecer casos graves como los de Tumaco, Buenaventura y la región del Catatumbo. Los cultivos de coca, el narcotráfico y la criminalidad azotan estas regiones desde hace años. Conozco que ahora se están ejecutando planes, no sólo de seguridad sino sociales, para detener estos problemas. Dura herencia. A pesar de este panorama hay que mantener la fe y la esperanza. Colombia es un País de resistencia, de esfuerzo, de sacrificio, de valor ya demostrado. Me parece que ahora se está pasando del marco conceptual o ideológico, que a veces es paralizante y polarizante, para avanzar en tareas dentro de un marco de realidades, planes, ejecución y resultados. Si persistimos y apoyamos la lucha con integridad y valor sucederá como en las leyendas griegas, retornará la primavera y empezarán a crecer las frutas y florecerán los campos. ¿Será mucho soñar?