Por: Juan Pablo Matta
Ayer ofrecí mi opinión sobre si deben cancelarse o no las actividades que realizamos en Popayán en el marco de la Semana Santa y logré identificar varias corrientes de pensamiento.
El primer grupo es de aquellos que piensan que todo es un gran negocio y las pérdidas sólo serán económicas. Desde su convicción tienen razón y hay que respetarlos.
El segundo es de aquellos que no comparten las procesiones de Semana Santa porque no comparten la fe católica. Desde su convicción tienen razón y hay que respetarlos.
El tercero, son los que creen en la fe católica, les gusta la tradición de las procesiones y creen firmemente que hay que cancelarlas para evitar un mayor foco de contagio para los habitantes de Popayán y sus turistas. Desde su convicción tienen razón y hay que respetarlos.
El cuarto grupo son los que están decididos a sacar las procesiones como acto tradicional centenario, pocas veces interrumpido, así sea sin público y con el menor número de elementos en ella. Desde su convicción tienen razón y hay que respetarlos.
Pero para eso está el gobierno, no para decir quién tiene más razón que otro, si no para escuchar y tomar la decisión más acertada para el beneficio común.
Todos debemos ser conscientes de la situación actual, soy carguero de las procesiones de Semana Santa hace muchos años, pero también tengo gente mayor en mi familia, al igual que amigos y conocidos con enfermedades respiratorias. Lo fundamental es que la medida se adopte rápido.
Si se cancelan las procesiones debemos acatarlo con tranquilidad y si no se cancelan igualmente, solo nos queda esperar que sea la decisión correcta y que la historia nos juzgue por haber sido la generación que ante los momentos más críticos se unió para garantizar el futuro de todo y de todos en Popayán.