Por: Oscar Rodrigo Campo Hurtado

La mezcla de dolor e impotencia hacen parte del sentimiento de frustración que sentimos hoy los caucanos. Lamentar y rechazar los hechos de violencia que se viven en el departamento desde semanas atrás, pareciera arrebatarnos de las manos la esperanza que sembró el acuerdo de paz con las Farc que suscribió el Estado colombiano el 24 de noviembre de 2016 en el Teatro Colón de Bogotá y que en hechos prácticos, desde el mismo cese de hostilidades propuesto y ejecutado por las partes, previo al acuerdo, cambió sustancialmente nuestras vidas; se reflejó inmediatamente en la movilidad, en la disminución ostensible de víctimas, desplazados y atentados contra la infraestructura y la sociedad en general.

Convencidos de que se debía transformar el territorio para que no fuera más caldo de cultivo de grupos armados y de violencia en general, la pobreza y la inequidad, las economías ilegales y que el entendimiento a través del diálogo social eran parte de una agenda que no podía vacilar con algo tan sensible como atender las consecuencias de 50 años de guerra.

Reconozco el interés que ha puesto en el Cauca el Presidente Iván Duque Márquez, que con su presencia y acciones, ha mostrado sus buenas intenciones en atender y resolver la difícil situación que vivimos, sin embargo, el incremento en cultivos ilícitos, los imparables asesinatos a líderes sociales y ahora, la marcada ofensiva contra nuestra Fuerza Pública, son un claro mensaje de que no han tenido el efecto esperado las decisiones que como Estado hemos construido en los distintos protocolos de seguridad celebrados en la región cada vez que han sucedido estos lamentables hechos, y la razón es una sola, más allá de la discusión nacional y me atrevería a decir, a la mezquindad para con nosotros, los territorios en conflicto, cuando muchos sectores del país presionan por el fracaso del acuerdo de paz, para todos los caucanos, y recalco, para absolutamente todos los caucanos, la necesidad de la implementación del acuerdo es un imperativo que no puede estar sujeto a estrategias mediáticas o de polarización política: La reincorporación, la sustitución, los capítulos étnicos, la ejecución de los PDTS y sobretodo, un mensaje esperanzador de respaldo al Cauca y a todos los departamentos que vivimos diariamente el conflicto, de que el Gobierno nacional pondrá todo su esfuerzo, ministerios, agencias y demás entidades al servicio de la implementación de los acuerdos.

Los esfuerzos desde el territorio demuestran que es viable, nos hemos preparado: los proyectos productivos reconocidos nacionales e internacionalmente, los planes viales, la integración con las juntas de acción comunal, la incursión en mercados internacionales y la integración de cooperativas de reincorporados de las Farc a distintas iniciativas público privadas como el Premio Ernesto Illy 2019 International Coffee, son un claro testimonio de que sí se puede. Señor Presidente, con todo el respeto que su dignidad amerita, reciba este llamado urgente a nombre de todos los Caucanos: ¡Que no se nos diluyan las esperanzas del acuerdo de paz!