Por: Álvaro Casas Trujillo
En 1986, bajo la presión social contra el excesivo centralismo, el Gobierno Conservador del Presidente Belisario Betancur Cuartas, impulsó una reforma muy liberal: el Acto Legislativo No. 01 de 1986, que estableció la Elección de Alcaldes por el Voto Popular; la primera elección se realizó para iniciar el mandato en 1988.
Esta reforma se acompañó de un proceso de Descentralización Administrativa, cuyas bases sentó la Ley 11 de 1986 y desarrollaron los Decretos 77, 78, 79 (inexequible), 80 y 81 de 1987, cuyo objeto era trasladar funciones de las Entidades Nacionales, a los Municipios, para que estos las ejercieran con autonomía.
Así mismo, la Ley 12 de 1986 señaló los lineamientos para el fortalecimiento financiero de los municipios, de manera gradual y progresiva en los años subsiguientes.
Tan halagador panorama no estuvo completo en la práctica, porque las nuevas responsabilidades llegaron y siguen llegando a las municipalidades, pero los recursos que transfiere la Nación no son suficientes y tienen destinación específica.
El resultado: la Nación, liberada de antiguas obligaciones y el Municipio, colmado de nuevas atribuciones, pero sin recursos suficientes para atenderlas, porque los ingresos propios se gastan en atender la nómina y una mínima inversión, para financiar las pocas obras que permite la voracidad de la corrupción, que ha afectado a muchos territorios locales.
Popayán debió embarcarse en un proceso de reestructuración de pasivos, bajo la Ley 550 de 1999, para superar la crisis financiera, legada por Gobiernos Locales que multiplicaron la nómina, en pago de favores políticos y gastaron a manos llenas, con el fin de preparar sus futuras aspiraciones al Congreso.
La realidad actual no puede ser peor en la Capital del Cauca: un Alcalde irresponsable, elegido con una alta votación, gracias al discurso del origen humilde y la promesa del cambio, pero improvisado, de pobre ejecución, ineficiente e ineficaz en todas las áreas de la administración y lo más grave, salpicado permanentemente por escándalos de presunta corrupción, cuya explicación dilata a la Justicia.
Como los pueblos merecen sus gobernantes y Popayán merece lo mejor, sus ciudadanos debemos elegir un nuevo Alcalde, con idoneidad y experiencia, pero, sobre todo, con los principios y valores que integran la Ética de lo Público.
Esa será nuestra tarea más importante en el año 2019.