Por: Walter Aldana
“Si no se fumiga no vamos a acabar con las drogas en Colombia” con esta lapidaria frase del presidente Donald Trump, recibió el día de ayer en Estados Unidos al titular de la presidencia de Colombia.
Ya la sentencia de la Honorable Corte Constitucional: t-236 del 21 abril de 2017, que trata sobre la regulación del control del riesgo de salud y ambiental con la aspersión aérea, dejaba la puerta abierta a retomar la fumigación, suspendida por la misma Corte en el año 2015.
Es lamentablemente fácil, predecir la serie de conflictos y confrontaciones físicas, entre los y las pequeñas productoras de hoja de coca con las autoridades policiales en los territorios.
Ante la crisis del Programa Nacional Integral de Sustitución- PNIS y la lógica de su nuevo director, quién no ve los asesinatos de líderes de la sustitución, quien cree que los pequeños cultivadores son descarados Colombianos que toman la plata y siguen sembrando; en fin, quien cree que es solo con la complementariedad y la subsidiaridad entre instituciones oficiales que se previene y ataca los cultivos. A quién le cabe duda, de las noches tristes que viviremos en nuestros campos.
No dijo nada el tío Sam del consumo en su país, ni de alternativas. Es tan ridícula la orden, porque debemos saber que cuando se sustituye voluntariamente la resiembra no es más del 0.5 %, pero cuando se fumiga en el 67% de los casos se regresa al cultivo de uso ilícito.
Y de la corresponsabilidad entre productor y consumidor no se dice nada, no lo reclama el mandatario de Colombia. Se recibió la orden y…. Bueno señor se cumplirá.