Por: Juan Carlos Lopez Castrillon.
Hablar de fútbol cuando el Cauca vive la «Minga Indígena» número once de los últimos 16 años, que paraliza la vía panamericana, puede hacerme parecer como un extraterrestre, pero esta columna no es precisamente de fútbol, aunque tenga mucho que ver con él.
Quiero iniciar con una pregunta ¿qué ha unido a los colombianos últimamente? El interrogante también podría ser ¿que ha unido a los indígenas, afros y mestizos del Cauca en las últimas décadas? No encuentro una respuesta distinta que la Selección Colombia de Fútbol.
Esa afirmación puede parecer frívola, pero es la verdad y tiene que ver con nuestra idiosincrasia, con nuestra fragmentación como nación y con la indolencia del resto del país frente a nuestro departamento.
Especialmente lo último nos ha llevado a que los conflictos interétnicos y de tierras se agudicen a tal extremo que terminamos en situaciones de hecho como la que estamos afrontando, con el consecuente daño para toda una región, condenándola a la parálisis y a ser el escenario de una gran confrontación, que hoy ocupa los titulares de prensa, pero que permanentemente se vive a baja escala. Ese es el drama del Cauca.
Volviendo al ejemplo del fútbol, el viernes 4 de julio del 2014 este país se unió por completo y sin excepción alrededor de una causa, nuestra camiseta amarilla (que ese día fue roja), cuando Brasil y Colombia jugaron el partido de cuartos de final de la copa mundo de ese año.
Recordemos que al minuto 65 del segundo tiempo perdíamos 2 a 0, pero estábamos jugando bien y metiendo al cuadro local en su campo; y en una jugada que todavía se analiza y discute, Mario Yepes, el capitán de la tricolor, empujó el balón hacia el fondo de la red. Ese gol que gritamos todos resultaba muy importante faltando 25 minutos para terminarse el partido, pero el árbitro español Velasco lo anuló, alegando un milimétrico fuera de lugar.
Otra habría sido la historia si lo convalida, máxime que al minuto 80 James Rodríguez hizo el gol del descuento y ponía el marcador 2 a 1.
Ese día nació un aforismo: «era gol de Yepes», frase que usamos los colombianos para expresarnos ante situaciones de injusticia y medio frustrantes.
Lo que quiero significar en esta reflexión, es que cada que juega la Selección nos olvidamos con qué partido político simpatizamos, que religión profesamos y a que etnia pertenecemos. Nos sentimos todos colombianos, todos caucanos, unidos por esa extraña pasión que desata el fútbol y que tantas veces nos vuelve irracionales.
Luego, enseguida del pitazo final, vuelve la realidad, con cada loro en su estaca y con cada pollito en su cajita.
Así como ese viernes de hace casi cinco años, en que pudimos haber pasado a las semifinales de la copa mundo, el Cauca se está jugando hoy un complejo partido, en el que prevalecen los auto goles y todos los sectores involucrados vamos perdiendo.
Necesitamos un «Gol de Yepes» que nos ponga a gritar del mismo lado. Necesitamos un número diez que guíe y trace el camino. Necesitamos devolverle a estos pueblos del sur de Colombia la confianza perdida ante las promesas incumplidas, para que cesen las vías de hecho y nos pongamos a trabajar en torno a los enormes potenciales que tenemos para generar desarrollo y bienestar.
Presidente Duque, el balón está en su campo, no importa que aquí usted haya perdido las elecciones, por encima de cualquier consideración hay una responsabilidad de la institucionalidad del estado.
Posdata: hace unos meses se fue Alpina de Popayán por razones que en el fondo tienen que ver con situaciones como la que estamos viviendo, en los próximos días se va Avianca y nos llega una aerolínea distinta, a mitad de año se va para Cali el equipo profesional de fútbol Universitario, llevamos cuatro años esperando el inicio del contrato firmado de la doble calzada a Santander de Quilichao…
…Definitivamente necesitamos un “Gol de Yepes” que nos suba la moral.