Por: Juan Carlos López Castrillón – juancarloslopezcastrillon@hotmail.com
En toda sociedad existe una agenda pública, un orden del día que pone sobre el tapete los temas de mayor interés de un país o de una región. Es como una línea gruesa sobre la cual se mueven los políticos, los analistas, los medios y las redes sociales.
Esa agenda le marca la pauta al gobierno y a la oposición. En los municipios y departamentos muchas veces la problemática local desplaza a la nacional, pero finalmente terminan combinadas en la primera página.
¿Quién determina la preponderancia de los puntos en esa agenda? Obviamente los hechos marcan la pauta, pero hay dos factores adicionales: los líderes y los medios.
Durante el gobierno Santos se decía que el ex presidente Uribe imponía la agenda política. Era cierto. Luego el proceso de paz y los escándalos de corrupción empezaron a tener tanto relieve, que se apoderaron del escenario.
Hoy las cosas han cambiado. Cabe entonces preguntarnos ¿cuál es la agenda pública finalizando este año? ¿Qué o quiénes la están determinando?
Hay que empezar diciendo que el temario no lo está marcando ni el gobierno, ni Álvaro Uribe, ni la oposición; primero, porque no hay un gobierno fuerte; segundo, porque la institucionalidad está desconectada de la gente; y tercero, porque al jefe de la oposición le están intentando sacar el aire que traía desde la elección presidencial, con un video que evidentemente en algo está afectando su imagen.
Con este último punto lograron que Gustavo Petro – el gran acusador del fiscal y del gobierno – pasara a ser el acusado, en un hecho que al parecer no es delictivo, pero que de todas formas lo puso a dar explicaciones. Hoy todos están a la defensiva.
El establecimiento tampoco se afana por trazar la agenda porque está dedicado a salvar sus intereses en la recta final de la ley de financiamiento (reforma tributaria) y le preocupa más cuidar la retaguardia del principal conglomerado financiero del país, envuelto en el escándalo más importante de los últimos tiempos, que no sabemos a dónde irá a parar.
En este caso mucho dependerá del fiscal “ad hoc”. Ese nombramiento es el más estratégico de los últimos tiempos. Esa es su agenda privada.
Pero si hay una agenda en las calles, tanto en lo urbano como en lo rural, que marca la agenda de las regiones. Se trata de no hacerla muy pública, pero es inocultable.
Es la de los estudiantes que marchan para defender el presupuesto de la universidad, la del paro camionero, la de los asesinatos de dirigentes sociales, la de la corrupción local, la de la pobreza, la de los cultivos ilícitos, la de los espacios del proceso de paz, la de los desplazados.
Es la agenda de Popayán, Pasto, Santander de Quilichao, etc., la de los municipios y departamentos pobres. Es la agenda de verdad, la que viene creando hechos que obligan a ser tenidos en cuenta y que cada día son más noticia.
En conclusión, hoy nadie está liderando la agenda de este país, ni la del Cauca, ni la de Popayán… Esta marcha sola; con una inercia que viene de tiempo atrás, y eso ha permitido que el debate de lo público se fortalezca alrededor de la transparencia del manejo de los recursos, en discutir sobre en qué se gastan la plata los gobernantes, en la protección de los derechos humanos, del medio ambiente, de las minorías, de los animales, de la calidad de la educación y la salud.
Repito es la agenda de verdad, la que está en permanente construcción.
Ahora, sí hay que propender por que la agenda pública se construya en conjunto, entre todos, no que la trace una sola persona, o un grupo económico o los medios de comunicación. En la medida en que ello se logre, la sociedad estará avanzando.