Señores Opositores al Plebiscito:
De acuerdo con nuestra Carta Política que de igual es la Constitución de Ustedes, en el artículo 22, se consagra: «La paz es un derecho y deber de obligatorio cumplimiento».
En ese horizonte constitucional, es dable recordarles, que:
La paz en una sociedad decente (Avishai Margalit), es un derecho individual, colectivo, y constituye deber del Estado, del gobierno, de las organizaciones insurgentes, de la sociedad colombiana, exigirla, construirla, apostarle a ese propósito, y el derecho penal alternativo debe contribuir a ese anhelo nacional.
Por tanto, al interior de ese mandato entendido como derecho constitucional que de igual es mandato para Ustedes los opositores al Plebiscito, es como pueden acercarse sin la propaganda caótica, sin pánicos y sin espantos mediáticos, para apoyar los Acuerdos de la Habana con miras al cese bilateral del fuego, la refrendación de lo acordado, y apoyar las denominadas fases del posconflicto y posacuerdos.
En esa mirada, les corresponde aprehender y discernir que los acuerdos de la Habana como escenarios de construcción de la Paz, no constituyen un Golpe de Estado a nuestra Constitución Política, menos Golpe de Estado a la democracia.
Señores Opositores al Plebiscito, no tiene cabida hermenéutica o argumentación razonable o justificable alguna que la consolidación de la Paz constituya un Golpe de Estado a nuestra Constitución y Golpe de Estado a la democracia, como son los lugares comunes y expresiones proclamadas por Ustedes, quienes se han atravesado al proceso de paz a través de la propaganda caótica, del pánico y espanto mediático y psicológico, proclamando la llegada próxima de un régimen comunista.
Los invito a discernir que los acuerdos de la Habana sobre la Jurisdicción Especial para la Paz, no están montados sobre la entrega de Colombia al terrorismo, como Ustedes lo pregonan al señalar al Presidente Santos de violar la Constitución Política, de comunista, de guerrillero, castro-chavista, de aliado incondicional del terrorismo, de haber traicionado el mandato ciudadano cuando fue elegido como primer mandatario de los colombianos.
Nuestro derecho a la paz sin espanto, y nuestro deber sin desaliento de su búsqueda y consolidación, es una necesidad histórica traducida en prioridad.
Por tanto, en la aprehensión de ese derecho constitucional corresponde asumirla a todos los colombianos, incluidos Ustedes los opositores a la Paz, en la mirada de reflexionar acerca de ese derecho.
Por tanto, en la aprehensión de ese derecho constitucional corresponde asumirla a todos los colombianos, incluidos Ustedes los opositores a la Paz, en la mirada de reflexionar acerca de ese derecho.
La discusión acerca de los diálogos de la Habana corresponde no des-politizarla, pues se trata de una negociación política al conflicto armado, con concesiones de parte y parte, y corresponde Des-Santi-sarla, Des Uribi-sarla, Des Farc-quisarla y Des-Elenisarla.
Con acierto el Padre Francisco de Roux ha proclamado que:
«Lo que está en juego no es el futuro del Presidente Santos, ni el futuro político del expresidente Uribe, ni el futuro del ELN, ni el futuro de las FARC, sino la posibilidad de que podamos vivir como seres humanos».
Señores Opositores, ya es hora urgente que empiecen a discernir que la Justicia Transicional en ningún escenario internacional constituye negaciones a la justicia ni apuestas hacia la impunidad total.
Ojala entiendan, que todo modelo de Justicia Transicional contrae dosis de impunidad parcial, bajo el entendido que la Justicia y procedimientos ordinarios del derecho penal se hacen a un lado para dar paso a la Justicia Alternativa.
El propósito sin miedo a la paz, merece que lo pongan en el lugar exacto que corresponde para que reflexionen acerca de si se hallan dispuestos a reclamar, exigir, construir ese derecho a la Paz y cumplir con ese deber constitucional…
O si por el contrario, como negación, prefieren continuar en ese túnel de la guerra y holocausto, sin realizar ninguna clase de esfuerzos, incluidos los costos de impunidad parciales que son inherentes a todo proceso de paz, de los cuales se encargarán las normas de la Jurisdicción Especial para la Paz.
La Paz como derecho y deber, no es inmediatista. Por el contrario, es un pro-ceso de construcción ético y social, que incluye: derecho a la verdad, justicia y reparación de las víctimas, pues no es dable construir paz y democracia a partir de la mentira, impunidad total o el olvido acrítico.
La paz constituye un proceso a mediano y largo plazo, no de reconstrucción del viejo pacto social en crisis, sino de un nuevo pacto democrático, con miras a la integración social y política de la insurgencia armada.
En ese horizonte, a las nuevas expresiones de democracia social, política y económica que harán parte de la agenda constitucional y legislativa, no es dable que Ustedes construyan Miedos, Espantos o Escenarios Caóticos, toda vez que de lo que se trata es de un proceso de construcción de equilibrios al interior de una democracia decente, en el objetivo que la violencia y despotismo de las armas abandonen la guerra indiscriminada y se conviertan en debates ideológicos al interior de un partido con acceso real a la vida democrática.
Señores Opositores, en el pro-ceso de construcción de una democracia decente les corresponde reflexionar que la Paz como derecho y deber no se circunscribe de manera exclusiva a la Cárcel y cumplimiento de Penas de Prisión, a la Derrota Militar, a la Humillación, al Aniquilamiento de los enemigos, al Desescalamiento del conflicto ni la Humanización de la Guerra para que continúe el Negocio de la Guerra, toda vez que ninguna guerra, entendida como negocio, es dable dignificarla.
Por el contrario, en una democracia decente, nuestro derecho a la paz sin miedo, debe avanzar con voluntades políticas sub-versionadas y consensuadas hacia la construcción de la re-legitimación del sistema y el Estado a través de profundas y estructurales reformas en temas de derecho penal alternativo para la Paz estructural, agrarios, derecho fundamental a la salud, educación, derecho al trabajo, a la vivienda, recursos naturales, medio ambiente, reformas a la justicia, entre otras, todas ellas en la apuesta de atacar, superar estados de corrupción desbordada, exclusiones políticas, económicas, sociales, y en la apuesta de convertir en avances de realidad al Estado Constitucional social y democrático de derecho.
En una democracia decente es dable que Ustedes los opositores políticos sean contradictores a las gestiones del gobierno, a la gobernabilidad, pero no a que de manera cegatona, bajo la apariencia de la resistencia civil, se atraviesen al camino histórico de la Paz, que en este ahora es irreversible.
Señores Opositores al Plebiscito: ¿Cuál, pero cuál Resistencia Civil a la Paz, puede tener cabida en una democracia decente?
germanpabongomez
El Portal de Shambhala
Bogotá, agosto de 2016