El anuncio, que se hará en contadas horas desde Cuba, sobre el fin de la guerra que han sostenido por seis décadas el Estado colombiano y las auto denominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC-EP, es indiscutiblemente la mejor noticia para los colombianos, en más de medio siglo. Ninguna obra de tipo civil, una carretera, un puerto, una aeropuerto, una gran edificación, el más sofisticado puente, una productiva refinadora, en fin, ninguna obra óigase bien, puede equipararse a éste anuncio, que, de conjunto, darán las partes en La Habana, así eso no signifique literalmente la paz en todos los aspectos, como lo han dicho reiteradamente algunos enemigos del proceso, utilizando la parte menos ágil de su cerebro, o sus menos avezadas neuronas, porque es entendido que la paz total, no existe, en ningún paraíso, de los construidos por el hombre, porque siempre habrá motivos de alteración de la tranquilidad ciudadana. Pero, que a partir del momento del anuncio, serán muchos menos los muertos, mutilados, afectados, y lastimados, por las acciones en contra de la vida, honra y bienes de los ciudadanos, no cabe duda.
Sabemos que la imagen del Presidente Santos es muy baja en el momento, igualmente que a esto han contribuido, eficazmente, sus propios desaciertos, el accionar de la guerrilla en forma equivocada, durante buena parte de las negociaciones, la corrupción histórica que lacera las instituciones colombianas, pero primordialmente, porque así lo dispuso el jefe de la irracional oposición que se ha hecho al actual gobierno, al enorme empuje, a través de medios de comunicaciones convencionales y no convencionales, que ha significado el descrédito sistemático a la imagen del primer mandatario de los colombianos, con base en la falsedad, a la mentira, a los montajes, a las verdades a medias y al odio hacia la persona que ejerce hoy la primera magistratura del estado colombiano.
No es el momento de reclamar triunfos, ni adjudicar derrotas, por ello creemos que hay que llamar, por enésima vez, a todos los colombianos, a sellar con nuestra voluntad, este acuerdo de silenciar las armas con las FARC, porque se requiere para aclimatar mejor el proceso y proceder a la construcción de una sociedad, que dé cabida a los acuerdos en su Constitución y sus Leyes, y también a mejorar el aparato productivo y cerrar la brecha social, que nos lastima como pueblo, a los ojos del mundo.
Hoy, es el momento, de resaltar la gran labor de los negociadores, de las organizaciones políticas, que dando prioridad a lo que acontecía en Cuba, dejaron de lado sus diferencias, para ofrecer apoyo a lo que se discutía y sus conclusiones, pero esencialmente, de reconocer en el Presidente Juan Manuel Santos, su apostolado por la paz, su apuesta, sin reticencias, por la oportunidad que le brindó la historia, de pasar a formar parte de ella, como el Presidente que nos posibilitó el cierre de este lapso, en el cual los colombianos nos matamos incesantemente, de la forma más vulgar, por la negativa a reconocer que tenemos una sociedad, con muchas posibilidades de mejorar, que es lo que haremos en adelante.
Bienvenidos todos los colombianos, a la paz con las FARC, bienvenida la vida, que deberá mejorar con el aporte de los cuarenta y cinco millones de almas que vibramos por esta patria.