campojose

Esta semana, ha sido particularmente tormentosa para la opinión pública. Y decimos que tormentosa, porque en el fondo, los dos hechos que han llamado la atención, alarman y preocupan a los ciudadanos, que no decir de las autoridades. En primer lugar, la noticia emanada del município de Piamonte, sobre instantes de desespero, que han llevado a sus habitantes a pensar, influenciados por agentes politiqueros de otros departamentos, en la distante posibilidad de anexarse a otro ente territorial, validos del argumento del abandono, del cual excluyen al anterior mandatario, TEMISTOCLES ORTEGA, que al decir del Alcalde, hizo un importante esfuerzo por saldar un poco, la deuda histórica que hay con ese ente territorial, y el actual Gobernador OSCAR CAMPO, quien acaba de instalar su mandato y, según el propio mandatario local, en él tienen depositadas las esperanzas de progreso, bienestar y justicia, los piamonenses, o al menos su autoridad municipal. Sobre la última apreciación, debemos decir que sería supremamente injusto, cuando no ha cumplido sus primeros noventa dias en el timonel de esta difícil nave que es el Cauca, y demostrando un talante democrático, sencillo, emprendedor, amigo del diálogo, que alimenta la confianza con una fluída comunicación, se le sorprenda con ésta, que es una posición descabellada, aunque podemos reconocer que validada por el desdén de administraciones anteriores, que no han consultado, ni reconocido, la importancia de las regiones, particularmente la de la bota caucana.

Campo, tiene las cualidades esenciales que deben adornar a un gobernante. Ha promulgado, un estilo de administración, que hace mucho venimos buscando los caucanos, cual el pueblo de Israel, la tierra prometida por Dios, en las épocas bíblicas, en el cual se compendian las características que, estando en contravía de ese viejo estilo de gobernar, según el cual, recluídos los gobernantes en los frios salones del edificio del parque Caldas, tomaban decisiones que no han consultado el interés de nuestras comunidades. Ha cambiando muchas cosas, de esa vetusta, odiosa y despreciable actitud, de gobernantes ajenos al pueblo, recluídos en sus despachos y enemigos del interactuar con sus mandantes. Vale la pena, por tanto, dar un compás de espera, no lo decimos solo por Piamonte, sino por la mayoría de los municípios, en los que cunde la desesperanza, pero a los que les ha llegado la hora, de tramitar las afectaciones que logren un cambio sustancial en sus condiciones de vida. Necesitan, eso sí, unos Alcaldes comprometidos con esa misma causa, que hoy abraza el Gobernador. Que hayan llegado a sus cargos, por algo más que un ávido interés por hacer negocios, algo que se convirtió en el «sine qua non», de los aspirantes a gobernar los entes territoriales. Y que tengan equipos, capaces de leer el presente para prepararse para el futuro, en lenguaje sencillo, que sean capaces de planear, de hacer prospectiva.

Dicho esto, creemos que podemos tocar el segundo tema, el de las amenazas a un grupo de líderes, profesores, empleados públicos, periodistas, por parte de una agrupación inexistente en el Cauca, la llamadas Aguilas Negras. Esto no quiere decir que el panfleto digital, sea inocuo o se deba desestimar, no. Quienes lo han hecho circular, atienden una posición que ha venido siendo agenciada por un partido poítico, que no ha conocido y no quiere reconocer la coexistencia con otras formas de pensar y de concebir el estado, y sobre todo sus consecuencias económicas, y hoy, ha tomado la irracional decisión de declararle la guerra al resto de la población, con el vacuo argumento del «Castrochavismo», una corriente de opinión latinoamericana, fabricada por el ex presidente Uribe, para un sector amplio de latinoamericanos, que además nunca se lo pidieron, que no comparten la segregación de nuestros pueblos y las enormes grietas sociales que se han formado al amparo del manejo inadecuado de la economía y los medios  de producción. Hay que trabajar en el desmantelamiento de ésta secta, que ante la ausencia de argumentos, pretende desaparecer físicamente a quienes no comparten con ella.