Calificar una obra de gobierno, es supremamente difícil, sobre todo si aún está inconclusa, pero los nuevos tiempos, y el afán de participar en elecciones, ha traído a nuestro país, la moda de enjuiciar periódicamente a nuestros mandatarios. No empieza un mandato, cuando ya preparamos el juicio del los primeros cien días. Después hacemos el análisis de los primeros seis meses, del año, de los dos años y así cada vez que los afanes electorales nos traen a la cabeza, el tema de la sucesión, en la clase política.

El gobernador Oscar Campo, ha sido responsable con sus electores y con todos los caucanos, en cuanto que no pretende vender una imagen forzada de él, y mucho menos de su obra de gobierno. No se afana, por presentar diseños estrambóticos o parafernálicos de campañas, o realizaciones, u ordenar un spot publicitario, ni tener cabezas parlantes, en cada uno de los medios, no. El, simplemente ejecuta su obra, diseñada para los cuatro años, ajusta sus planes, diseña estrategias para enfrentar crisis sobre-vinientes y espera sin afugias los resultados, lo que incluye el juicio de sus gobernados.

Es por eso que, quizá, algunos empresarios de medios de comunicación, o agentes de la politiquería, se han quedado esperando su llamado, o su propuesta para vincular de forma artificiosa fuerzas o estructuras, que refuercen su imagen ante los payaneses y caucanos. Esto es también, fruto de la convicción, íntegra e íntima, de que esas mediciones tienen el sesgo de quien las ordena, o así se las han encargado. Por ello, Campo se ha ganado el respeto de la prensa. Los periodistas, saben que tienen al frente a un Gobernador, calmado, ecuánime, permeable cuando se requiere serlo, ameno, sencillo y sin complejos, y por tanto se comporta en idéntica forma, respetuosa y libre, frente a los diferentes actos que, a diario colocan o refuerzan, una impronta de lo que es «Cauca territorio de paz».

El gobierno, ha ido avanzando, en la solución de problemas de las comunidades, o el cambio de las circunstancias en que deben desarrollar su vida las mismas. Sorprende, la forma como éste gobierno, ha desarrollado formas de interactuar con los asociados, retroalimentar a lideres sociales, para que tengan una mejor disposición espiritual frente nuestro ejercicio competitivo, con otras regiones de Colombia, y del mundo. Los eventos, que semanalmente desarrollan las distintas estructuras organizacionales de nuestro ente territorial, en escenarios de la capital, o en estadios comunitarios, son la mejor forma de rendición permanente de cuentas a los gobernados y a la prensa.

Los hechos de violencia, que alteran el discurrir de la vida diaria de la región, han sido enfrentados con un accionar, permanente y personal, del Gobernador, con los organismos de seguridad y de investigación a los que compete participar. Se podría afirmar, que hemos visto un Gobernador orgullosamente policía, colocándose el overol y atisbando el delito, para combatirlo y erradicarlo. Claro, no es fácil. Falta un mayor compromiso y realismo en las decisiones gubernamentales nacionales, que no previeron el abrazo necesario de la fuerza pública, a las zonas dejadas libres por parte de las FARC. Pero eso vendrá, y con ello, una mayor convivencia y desarrollo de nuestro ambicionado escenario de post-conflicto, para alcanzar el progreso.