Uno, de los grandes problemas que afronta nuestro sistema democrático, es la falta de credibilidad de los ciudadanos, en las instituciones. A ello, han contribuido en igual forma, la paquidermia de los entes oficiales, como el talento humano, que se vincula a trabajar en él, y no asume su rol con verdadero compromiso, no se coloca la camiseta de su institución. El Cauca, no es la excepción en ésta materia, y podríamos afirmar que, al contrario, al amparo de la creencia de los dirigentes, de que el vulgo, el pueblo, no hace sino pedir, y que por tanto hay que hurtarle el cuerpo, huirle, escondérsele, para que no tenga la oportunidad de expresarse y por tanto, de solicitar los favores oficiales, como vinculación a la nómina, la asistencia del estado con pequeñas o medianas obras a las comunidades, o la ayuda para darle forma a un proyecto de mayor envergadura.
Ésta es una gran encrucijada, pues las comunidades, ya están hastiadas de lo que consideran una burla. Los gobernantes, elegidos por voto popular, se presentan de una forma en todos los actos pre-electorales. Son amables, se dejan manosear de la gente, se muestran preocupados por la suerte de las mismas y ofrecen administraciones de puertas abiertas, como garantía de reciprocidad para el elector. Esto, nunca se da. La cantidad de trabas, que colocan los integrantes del ejecutivo, para reunirse con un líder comunitario, con un empresario, con un grupo de profesionales, con asociaciones de toda índole, no permiten que haya una relación fluida, que es lo ideal, para gobernantes y gobernados.
Por eso, hay renuencia a la participación en certámenes electorales, incluso en la actual coyuntura, para el plebiscito, que habrá de darle la aprobación, por parte del pueblo, a los acuerdos que se lograron, en el proceso de negociación entre FARC y Gobierno Nacional, en Cuba.
Es un mal sin remedio. Una de esas enfermedades crónicas, que degradan de gran forma la vida del paciente, y que lo pone proclive a otras deficiencias en materia de salud. Qué lástima, porque, a este paso, los partidos de izquierda, los que no utilizan la estructura oficial, para apalancar su presencia entre los ciudadanos, resultarán apoderándose del poder electoral, en todos los órdenes. No quepa la menor duda, que comenzarán a surgir movimientos y estos, serán la cuota inicial de partidos, que tengan verdadera vinculación, con el hombre de a pie.
Esta, es la más grande manifestación, la frecuente patología, de un paciente llamado pueblo, que ya no quiere seguir tomando el ibuprofeno de los partidos tradicionales, y dirigentes, que con promesas de renovación y de cambio, se hacen a muy buenas votaciones, para luego sembrar de desesperanza, campos, pequeños poblados y ciudades, en la geografía nacional. Si sumamos a esto, la horda de negociados, que se destapan a diario, por los cuales se esfuman los recursos que estaban destinados a la solución de gran parte de los problemas reales de la gente, el porvenir pinta muy desolador, pues lo que vamos a presenciar, es algo en la vía contraria, la gente escondiéndosele a esos candidatos, que consideren venidos, de esos nidos, de esas casas, de esas agrupaciones y de esas componendas que de nada le sirven.