El acontecimiento de la semana, puede ser para el Cauca, y aún para Colombia, la muerte de un patrullero de la Policía, a manos de las fuerzas indígenas que, cíclicamente, se enfrentan al Estado Colombiano, pretendiendo tierras, ayudas, auxilios, o ventajas comparativas, para su anacrónico aparato productivo. Quizá, nuestro señalamiento extrañe a muchos, porque en un país violento, la muerte de una persona, poco debe importar, según esa macabra máxima, especialmente de la prensa.
Pues bien, estamos en un proceso de negociación con las guerrillas, que nos debe llevar, indefectiblemente, a una paz duradera con esas organizaciones, que se han levantado contra el Estado Social de Derecho. Pero, acaso no están en guerra los resguardos indígenas en el Cauca?, único sitio de la geografía colombiana, donde se enfrentan a muerte con los ESMAD?. El uso de las armas entre los indígenas, para hacer sus manifestaciones, ya es cotidiano.
Mi razonamiento, tiende a que seamos coherentes. No es ésta, una demostración que los indígenas del Cauca, se han refugiado en las armas y en los actos violentos, creyendo, equivocadamente, que de ésta forma, van a obtener, más fácilmente sus pretensiones? El uso de papas bomba, armas de corto y largo alcance, incendios etc, son su forma de hacer “manifestaciones pacíficas”. Porqué a la guerrilla de las FARC y al ELN, se les hace exigencias, de corte humanitario, para entrar a dialogar con ellos, y no a los indígenas?. Hay que aceptar, que sus actos violentos, son iguales a los protagonizados por los alzados en armas. A ponerle coto, a los desmanes de las organizaciones indígenas del Cauca.
Seguramente, lloverán rayos y centellas, contra el autor de esta columna, pero alguien tiene que alzar su voz y dirigirse a las autoridades, para que no se estimule la violencia guerrillera, entre las comunidades indígenas, y de exigir coherencia entre los directivos del CRIC, quienes, cada que se presenta un episodio como el reciente, de asesinato de un patrullero, con arma de fuego, y las heridas causadas a otro con idéntica arma, sacan comunicados rechazando los actos de violencia y afirmando, en ocasiones, que son infiltrados de la guerrilla, los autores de estas atrocidades.
Pues, llegó la hora de la verdad. Es la hora, que el Gobierno nacional, se niegue a dialogar, con los indígenas, hasta tanto entreguen, a los autores de estos actos criminales. No podemos tolerar que, en forma irresponsable, se incite a las fuerzas del orden, a responder de idéntica forma. A demostrar por parte de los directivos del CRIC y otras organizaciones, que realmente no se comparten estos actos de violencia y de negación de los derechos humanos. La sociedad organizada, y amparada bajo la Constitución Nacional, no se puede quedar simplemente en los lamentos, por la muerte de los uniformados, sino, por el contrario, avanzar en la delimitación, de lo que es una protesta social, civilizada y pacífica.
Y que no vengan a decir ahora, que no está en sus manos acceder a la información, de quienes son lo que llevan armas a las manifestaciones o a las tomas de tierra etc, si han dado muestras, que en su territorio hay tanto organización, que son los únicos sitios que no permiten la presencia de fuerzas insurgentes. A hablar y actuar, claro.