La llegada del Papa Francisco a Bogotá, es un hecho histórico, por sí solo, pero tiene o adquiere mayor importancia, en la medida en que el Sumo Pontífice, se mete en nuestros más álgidos problemas, los trata, los enuncia y los desglosa, para proponernos formas de enfrentarlos. Por eso resumimos en éstas frases su agudeza mental, para interpretar, con su mirada siempre social, la actualidad de Colombia.

Refiriéndose a lo que ha sucedido, con la publicidad engañosa, con que algunos dirigentes, han torcido la voluntad de la gente, de la cual no se salvan ni algunos prelados de la iglesia y dirigentes políticos, a los que les conviene la violencia, como forma de subsistencia, en el medio

«no se dejen vencer, ni engañar, ni pierdan la alegría, ni la esperanza y la sonrisa»

Con esa misma agudeza, nos llama a no desfallecer, a perseverar, a corregir si nos hemos equivocado, o si nos han engañado, aprovechándose de nuestros sentimientos, o nuestras percepciones. He aquí:

 “cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y al entendimiento, más empeño hemos de poner en reconocer al otro, en sanar las heridas y construir puentes, en estrechar lazos y ayudarnos mutuamente”

Llamó a la sociedad y la dirigencia, a dictar leyes justas, que remuevan las causas de la pobreza y la desigualdad, en una demostración más de su sentido social, de la forma como quiere que su pontificado, se entrevere con los postulados de su inspirador…Jesucristo:

“Las leyes justas, no nacen de la exigencia pragmática de ordenar la sociedad sino del deseo de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia”.

Y también,

«Los animo a poner la mirada en todos aquellos que hoy son excluidos y marginados por la sociedad, aquellos que no cuentan para la mayoría y son postergados y arrinconados»

Su solidaridad queda expresa en ésta frase, y para que no se confundan los prelados conservadores, y no queden vacíos lo dice de forma clara:

  «Y quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz».

Y se refiere a los excluidos, y la forma como deben ser representados por la iglesia, que no puede ser un espectador más, sino una fuerza actuante, como actuante fue Jesús, a su paso por la tierra:

 «Ayer y hoy, posamos la mirada en las diversas etnias y los habitantes de las zonas más lejanas, los campesinos. La detenemos en los más débiles, en los que son explotados y maltratados, aquellos que no tienen voz porque se les ha privado de ella o no se les ha dado, o no se les reconoce»

Incluye, en las formas de exclusión y de subyugación a la mujer, destacando la tarea diaria de ser madre, y coordinadora de la familia y su relación con la sociedad y el entorno:

 

«También detenemos la mirada en la mujer, su aporte, su talento, su ser «madre» en las múltiples tareas. Colombia necesita la participación de todos para abrirse al futuro con esperanza».

Esta es una conclusión que no deja dudas, su viaje es un espaldarazo a la paz, y a lo que viene, porque así  se pactó, y con lo cual el catolicismo debe ser solidario y garante….

 

. «Los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos».